La Traviata

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Ópera en tres actos 

Libreto de Francesco Maria Piave basado en La dame aux camélias de Alexandre Dumas hijo.

 

La traviata, o Violetta Valéry, es una cortesana de París con vida muy glamurosa que vende su cuerpo como La dama de las camelias de Dumas, hijo, el origen de la ópera de Verdi. Una mujer con luz propia que, enferma de tuberculosis, tendrá que sacrificar su amor puro por Alfredo Germont por las convenciones sociales. El padre de Alfredo no aprueba la relación y la reputación familiar está en entredicho. 

 

Violetta, inicialmente consumista y vanidosa, será la nueva víctima de un sistema capitalista que es devorador de sueños. Con una música brillante y virtuosa, crítica con brutalidad a una sociedad de las apariencias, máquina que destruye personalidades; especialmente cuando son mujeres que aspiran a ser libres. Así, Siempre libera, el aria más célebre de Violetta, es un himno, un grito desesperado para reclamar un espacio que ella todavía ignora que está a punto de perder. Se posible rastrear los orígenes de esta historia hasta una figura histórica: la cortesana Marie Duplessis, que murió de tisis en 1847. 

 

Poco antes de su muerte, Duplessis tuvo un breve enamoramiento con Alejandro Dumas (hijo), quien transformó este capítulo personal en una novela semiautobiográfica: La dama de las camelias, publicada en 1848.

 

Después, Dumas adaptó la obra para el teatro, estrenada en el Théâtre du Vaudeville de París el 2 de febrero de 1852. Giuseppe Verdi a menudo se inspiraba en el teatro francés. Ernani y Rigoletto se basaron en obras de Victor Hugo y, pocos meses después del estreno de La dama de las camelias, Verdi ya había decidido que sería la base para la nueva ópera que le había encargado La Fenice de Venecia.

 

Junto al libretista Francesco Maria Piave, Verdi creó uno de los dramas más realistas de su carrera, una ópera que no evita las tensiones morales y médicas del material original; temas que considera “asuntos contemporáneos”. Verdi se enfrentó a sus contemporáneos por su propia moral hipócrita. El rol de Violetta pide una cantante y actriz excepcionalmente versátil.

 

 Se dice con razón que lo ideal es que el papel sea interpretado por tres sopranos diferentes; una para cada acto. 

 

La soprano Nadine Sierra, reina de este teatro, encarnará a la trágica heroína junto a Javier Camarena, el carismático tenor mexicano que será su “caro Alfredo”. El trío de papeles principales lo completa el barítono verdiano Artur Ruciński. 

 

La brillante producción firmada por David McVicar anuncia la vulnerabilidad de la “camelia” en el presagio de este anhelo roto.

 

“Cada vez que se estrenaba una obra, ella iba a verla, y jamás le faltaban tres cosas que siempre apoyaba en el borde de su palco de planta baja: sus binoculares de teatro, una pequeña bolsa de bombones y un buqué de camelias”

Capítulo II, Alexandre Dumas: La dama de las camelias.

Programa y reparto

Duración aproximada - 3h

 

VIOLETTA VALÉRY: Nadine Sierra | 17, 20, 22, 27, 30 gener i 1 febrer

VIOLETTA VALÉRY: Ruth Iniesta  | 18, 21, 23, 28, 31 gener i 2 febrer

FLORA BERVOIX: Gemma Coma-Alabert 

ANNINA: Patricia Calvache

ALFREDO GERMONT: Javier Camarena | 17, 20, 22, 27, 30 gener i 1 febrer

ALFREDO GERMONT: Xabier Anduaga | 18, 21, 23, 28, 31 gener i 2 febrer

GIORGIO GERMONT: Artur Ruciński  | 17, 20 i 22 gener

GIORGIO GERMONT: Mattia Olivieri | 18, 21, 23, 28, 31 gener i 2 febrer

GIORGIO GERMONT: Lucas Meachem | 27, 30 gener i 1 febrer

GASTONE: Albert Casals 

BARÓ DOUPHOL: Josep-Ramon Olivé

MARQUÈS D’OBIGNY: Pau Armengol

DOCTOR GRENVIL: Gerard Farreras

 

DIRECCIÓN DE ESCENA: David McVicar

COREOGRAFÍA: Andrew George

ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Tanya McCallin

ILUMINACIÓN: Jennifer Tipton

PRODUCCIÓN - Gran Teatre del Liceu, Scottish Opera (Glasgow), Teatro Real y Welsh National Opera.

CORO DEL GRAN TEATRE DEL LICEU (PABLO ASSANTE, DIRECTOR)

ORQUESTA SINFÓNICA DEL GRAN TEATRE DEL LICEU

DIRECTOR: Giacomo Sagripanti

Gran Teatre del Liceu

El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.

Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.

Los orígenes. Del 1837 al 1847

El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
 

El edificio de la Rambla

El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
 

La creación del Consorcio

El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
 

El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual

El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas  (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.

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