Monteverdi: L’orfeo

Comprar boletos
PreviousMayo 2028
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Do

 

Favola in musica en cinco actos con prólogo de un libreto de Alessandro Striggio, estrenada en Mantua en 1607.

 

Argumento

Prólogo

La acción tiene lugar en dos lugares contrastantes: los campos de Tracia (actos 1, 2 y 5) y el Inframundo (actos 3 y 4). Una tocata instrumental precede a la entrada de la Música, que representa el «espíritu de la música», que canta un prólogo de cinco estancias en verso. Después de una graciosa bienvenida a la audiencia, anuncia que puede, a través de dulces sonidos, «calmar todos los corazones atribulados». Canta un himno adicional al poder de la música, antes de presentar al protagonista principal del drama, Orfeo, quien «cautivó a las bestias salvajes con su canción».

 

Acto primero

Después de la última solicitud de silencio de la Música, se levanta el telón en el primer acto para revelar una escena pastoral. En un prado en medio del campo, ninfas y pastores celebran con alegría el día esplendoroso en que se casarán el mítico cantor de la Tracia, Orfeo, y su amada, la ninfa Eurídice; cantan uno de los pasajes corales más representativos de la época, «Lasciate i monti». Actúan a la manera de un coro griego, comentando la acción tanto en grupo como individualmente. Un pastor anuncia que es el día de la boda de la pareja; el coro responde, primero en una majestuosa invocación («Ven, Himeneo, oh ven») y luego en una alegre danza («Deja las montañas, deja las fuentes»). Orfeo y Eurídice cantan sobre su amor mutuo antes de partir con la mayoría del grupo para la ceremonia de boda en el templo. En el escenario canta un breve coro, comentando cómo Orfeo solía ser uno «para quien los suspiros eran comida y el llanto bebida» antes de que el amor lo llevara a un estado de felicidad sublime.

 

Acto segunto

Rodeado por los pastores, Orfeo entona un canto a la naturaleza y cuenta cómo corría por los sombríos bosques antes de haberse enamorado, donde proclama: «Después del dolor, uno está más contento, después del dolor, uno es más feliz»". La alegría se interrumpe abruptamente cuando llega la Mensajera, quién le anuncia a Orfeo que, mientras recolectaba flores, una serpiente mordió a su amada Eurídice, causándole la muerte. El coro expresa su angustia: «¡Ah, amargo acontecimiento, ah, destino impío y cruel!», mientras que la Mensajera se castiga a sí misma como portadora de malas noticias («Para siempre huiré, y en una caverna solitaria llevaré una vida conforme con mi dolor»). Orfeo, después de desahogar su dolor e incredulidad («¿Estás muerta, vida mía, y respiro?»), declara su intención de descender al Inframundo y persuadir a su gobernante para que permita que Eurídice vuelva a la vida. De lo contrario, dice: «Me quedaré contigo en la compañía de la muerte». Se marcha y el coro reanuda su lamento.

 

Acto tercero

Orfeo llega a la laguna Estigia acompañado por la Esperanza, pero esta le anuncia que no puede llevarlo más allá porque vio grabado en la piedra el texto que cita a la Divina Comedia de Dante: «Abandonad toda esperanza los que entráis».e​ Orfeo ahora se enfrenta al barquero Caronte, quien se dirige a Orfeo con dureza y se niega a llevarlo al otro lado del río Estigia. Orfeo intenta persuadir a Caronte cantándole una canción halagadora («Espíritu poderoso y divinidad poderosa»), y, aunque el barquero se conmueve con su música («Ciertamente me encantas, apaciguando mi corazón»), no le permite pasar, alegando que es incapaz de sentir piedad. Sin embargo, cuando Orfeo toma su lira y toca, Caronte se calma y se duerme. Aprovechando su oportunidad, Orfeo roba el bote del barquero y cruza el río, entrando en el Inframundo mientras un coro de espíritus infernales celebra al Hombre, esa criatura que no intenta ninguna empresa en vano, y contra el cual la Naturaleza no sabe armarse: «Ha domado el mar con maderas frágiles y desdeñado la furia de los vientos».

 

Acto cuarto

En el Inframundo, Proserpina, reina de Hades, que se ha visto profundamente emocionada por el canto de Orfeo, le ruega al rey Plutón, su marido, por la liberación de Eurídice. Conmovido por sus súplicas, Pluton accede con la condición de que, mientras conduce a Eurídice hacia el mundo, Orfeo no mire hacia atrás. Si lo hace, «una sola mirada lo condenará a la pérdida eterna». Entra Orfeo, conduciendo a Eurídice y cantando confiado que ese día descansará sobre el blanco regazo de su mujer. Pero mientras canta se cuela una nota de duda: «¿Quién me asegurará que ella me sigue?». Quizás, piensa, Plutón, movido por la envidia, ha impuesto la condición por despecho. De repente, distraído por una conmoción fuera del escenario, Orfeo mira a su alrededor; inmediatamente, la imagen de Eurídice comienza a desvanecerse. Un espíritu, ministro de Plutón, le amonesta: «Roto has la ley, e indigno eres de gracia». Ella canta, desesperadamente: «¿Me pierdes por demasiado amor?» y desaparece. Orfeo intenta seguirla, pero una fuerza invisible lo atrae y expulsa del infierno. El coro de espíritus canta que Orfeo: «Venció al infierno Orfeo y fue vencido por sus propias pasiones».

 

Acto quinto

De vuelta en los campos de Tracia, Orfeo tiene un largo soliloquio en el que lamenta su pérdida, elogia la belleza de Eurídice y decide que su corazón nunca más será atravesado por la flecha de Cupido. Un eco fuera del escenario repite sus frases finales. De repente, en una nube, Apolo, dolido por el sufrimiento que aqueja a su hijo, desciende del Olimpo y lo reprende: «¿Por qué te entregas a ti mismo como presa de la ira y el dolor?» Invita a Orfeo a dejar el mundo y unirse a él en los cielos, donde reconocerá la semejanza de Eurídice en las estrellas. Orfeo responde que sería indigno no seguir el consejo de un padre tan sabio y juntos ascienden. Un coro de pastores concluye que «el que siembra en el sufrimiento cosechará el fruto de toda gracia», antes de que la ópera termine con una vigorosa morisca.

 

Programa y reparto

CATEGORÍA VIP: Mejores asientos de la casa con una copa de champán de cortesía y programa.

CATEGORÍA PRESTIGE: Excelentes asientos con una copa de champán de cortesía y programa.

 

Julian Prégardien: Orfeo

Juliette Mey: Eurídice, Musica

Claire Lefilliâtre: Proserpina, Ninfa

Isabelle Druet: Mensajera, Esperanza

Luigi De Donato: Plutón Caronte, Pastor, Espíritu

Cyril Auvity: Apolo, Pastor, Espíritu

Paul Figuier: Pastor

Vlad Crosman: Pastor, Espíritu, Eco

Samuel Guibal: Espíritu

Les Épopées

Stéphane Fuget: Clavicémbalo, órgano, director

 

PROGRAMA

Primera parte: 1h20

Intermedio

Segunda parte: 40 min

Palacio de Versalles

Versalles, símbolo de la monarquía triunfante, tuvo una función artística igual que política. Luís XIV reunió en su dominio a los artistas más brillantes de la época, y permitió la eclosión de nuevos estilos. Este marco, configurado por las artes, fue el escenario de las fiestas más fastuosas: Teatro, ópera, ballet, fuegos artificiales, espectáculos ecuestres, náuticos y banquetes se sucedían en la cumbre.

Fiel a su historia, el Palacio de Versalles sigue siendo el escenario de una vida cultural y artística muy variopinta: Grandes Aguas, óperas, conciertos, ballets, grandes espectáculos, serenatas, Gran baile de disfraces y exposiciones de arte contemporáneo. Artistas de gran renombre vuelven a insuflar la vida a los espacios más hermosos con creaciones clásicas y contemporáneas.
 

El Palacio de Versalles (en francés: Château de Versailles, castillo, mansión de Versailles) es un edificio que desempeñó las funciones de una residencia real en siglos pasados. El palacio está ubicado en el municipio deVersalles, en Île-de-France. Su construcción fue ordenada por Luis XIV, y constituye uno de los complejos arquitectónicos monárquicos más importantes de Europa.

 

Con sus tres palacios, sus jardines y su parque, Versalles es un dominio inmenso. Si bien Luis XIII hizo edificar allí un pabellón de caza con un jardín, Luis XIV es su verdadero creador, ya que le dio su amplitud y determinó su destino.

Luis XIV dejó París y decidió construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas. Tendría varias etapas constructivas, marcadas por las amantes de Luis XIV.

 

El jardín de Versalles es clasicista, ordenado, racionalizado. Con el paisajismo se obliga a la circulación. Crea una organización que relaciona todas las esculturas y fuentes y ensalza la monarquía. Las esculturas se señalan unas a otras. Progresiva civilización del jardín: muy ordenado, podado y cuidado en la zona próxima al palacio, y después se va asilvestrando, es decir que se hace más silvestre a medida que nos alejamos del palacio.

Tres siglos después de su creación, el dominio sigue siendo considerable pues cuenta con 800 hectáreas, 20 km de caminos, 200 000 árboles, 35 km de canalizaciones, 11 hectáreas de techumbre, 2 153 ventanas y 67 escaleras.

El conjunto del palacio y parque de Versalles, incluyendo el Gran Trianón y el Pequeño Trianón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.

Versalles vivió el apogeo de la Francia de los Borbones, pero también su destrucción: en Versalles se establecieron los Estados Generales desde 1789 hasta el 6 de octubre. En esta fecha, el palacio fue tomado por el pueblo y el rey y su familia obligados a trasladarse e instalarse en París. Desde entonces Versalles quedó vacío. En 1792, tras la caída de la monarquía, fue saqueado. Napoleón Bonaparte acarició durante un tiempo la idea de convertirlo en su palacio imperial, pero Versalles ya no se utilizará hasta el retorno de la monarquía. Luis Felipe encargó a su ministro Camille Bachasson, conde de Montalivet la conversión del palacio en museo: de esa época data la dedicatoria: "A todas las glorias de Francia".

Versalles ya sólo se utilizó de forma episódica o anecdótica. El palacio fue el cuartel general del ejército prusiano en 1870 durante el asedio de París. El emperador alemán fue coronado el 18 de enero de 1871 en la Galería de los Espejos. En él se refugiaron, durante la Comuna, Adolphe Thiers y su gobierno, sentándose en el gigantesco hemiciclo, en los sillones color burdeos hasta 1879. Después fue el centro de las elecciones presidenciales de la III y la IV República. Se decoró con grandes frescos que evocaban la guerra, la agricultura, el comercio, la industria y la paz. El Tratado de Versalles se firmó el 28 de junio de 1919, que puso fin a laPrimera Guerra Mundial.

Eventos relacionados