Orfeo y Eurídice

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‘Orfeo ed Euridice’ de C. W. Gluck

Rumba triste de Barcelona

 

La muerte, el amor, el pecado y el deseo –única simbiosis posible entre la élite señorial aposentada en las suntuosas mansiones de la Bonanova y la humilde masa proletaria de las barracas de Montjuïc– se mezclan lúbricos en la ciudad para justificar la actividad ulterior del infierno. La muerte, el amor, el pecado y el deseo propician este oficio de tinieblas del enamorado Orfeo que se afana por arrancarle la vida a la muerte, luchando por resucitar con ellos una generación aún hambrienta que olvida la posguerra en las Golondrinas del puerto, mientras escucha de fondo el gastado resuello ronco de un acordeón que toca una rumba. 

 

Mímesis significa imitación, y significa también simulacro: la eterna contradicción que permite formular teatralmente la conjetura sentimental precisa. Como un instrumento más, en concordante armonía la escena integra el paisaje neorrealista en la melodía. Barcelona obra el efecto del contrapunto de Bach transformando en sustancia cercana y asequible cualquier infierno, por más proceloso que sea.

 

Familiar en el recuerdo, la eternidad va formándose a partir de los impactos íntimos que oculta la partitura de Gluck. 

 

Argumento

 

Acto I

Un coro de ninfa y pastores se unen a Orfeo alrededor de la tumba de su esposa Eurídice en un solemne coro de luto. Desesperado, llora la muerte de Eurídice y solo es capaz de murmurar el nombre de Eurídice (Coro y Orfeo: Ah, se intorno/Ah! Dans ce bois). Orfeo aleja al resto y canta su dolor en el aria Chiamo il mio ben/Objet de mon amour, los tres versos están precedidos por expresivos recitativos. Esta técnica era extremadamente radical en la época y de hecho lo demostró para aquellos que le siguieron inmediatamente: Mozart eligió conservar la unidad del aria. Ante los lamentos e imprecaciones de Orfeo, los dioses a través de Amore (Cupido) le permiten descender al Hades para rescatarla, pero con la única condición de no mirarla hasta estar bajo los rayos del sol (solo 1774: aria de Amour, Si les doux accords). como forma de animarlo, Amore informa a Orfeo que su actual sufrimiento durará poco con el aria Gli sguardi trattieni/Soumis au silence. Orfeo decide emprender la búsqueda. Solo en la versión de 1774 canta una ariette (L'espoir renaît dans mon âme) en el más antiguo, vistoso, estilo italiano, originariamente compuesto para un entretenimiento ocasional, Il Parnaso confuso (1765), y posteriormente reutilizado en otro, Le feste d'Apollo (1769).

 

Acto II

En un paisaje rocoso, Orfeo es recibido en los infiernos por las amenazantes Furias, y el canto de Cerbero, su guardián canino (Chi mai dell’Erebo/Quel est l’audacieux). El coro de las furias es uno de los pasajes corales más representativos de la época, «Chi mai dell'Erebo». Cuando Orfeo, acompañado por su lira (representada en la ópera por un arpa), ruega piedad en el aria Deh placatevi con me/Laissez-vous toucher, se ve interrumpido al principio por gritos diciendo No! por parte de las Furias, pero al final se ven suavizadas por la dulzura de su canto en las arias Mille pene/Ah! La flamme y Men tiranne/La tendresse, y le dejan entrar (Ah, quale incognito affetto/Quels chants doux). En la versión de 1774, la escena acaba con la Danza de las Furias (n.º 28).

 

La segunda escena se abre en el Elíseo. El breve ballet de 1762 se convirtió en la Danza de los espíritus felices, de cuatro movimientos (con una parte destacada para solo de flauta) en 1774. A esto le siguió (solo en 1774) un solo que celebra la felicidad en la bendición eterna (Cet asile), cantada bien por un Espíritu anónimo o por Eurídice, y repetida por el coro. Orfeo llega y se maravilla de la pureza del aire en un (Che puro ciel/Quel nouveau ciel). Pero no puede deleitarse en la belleza de lo que le rodea, pues Eurídice no está todavía con él. Implora a los espíritus que la lleven consigo, lo que ellos hacen (Coro: Torna, o bella/Près du tendre objet).

 

Acto III

Orfeo y Eurídice emprenden el camino de regreso al mundo de los vivos. Eurídice está encantada de regresar a la Tierra, pero Orfeo, recordando la condición impuesta por Amore en el Acto I, la suelta de la mano y rechaza mirarla, sin explicárselo. Ella no comprende su acción y se lo reprocha, pero él debe sufrir en silencio (dúo: Vieni, appaga il tuo consorte/Viens, suis un époux). Eurídice toma esto como un signo de que él ya no la ama, y rechaza seguir adelante, concluyendo que la muerte sería preferible. Canta su dolor ante la supuesta infidelidad de Orfeo en el aria Che fiero momento/Fortune ennemie (en 1774, hay un breve dúo antes de la repetición). Incapaz de soportarlo más, Orfeo incumple la condición impuesta, girándose para mirar a Eurídice; nuevamente pierde a Eurídice. Desconsolado, el héroe llora lamentando la pérdida de su amada en la famosa aria Che farò senza Euridice?/J’ai perdu mon Eurydice ("¿Qué haré sin Eurídice? / "He perdido a mi Eurídice"). Orfeo decide suicidarse para unirse a Eurídice en el Hades. Cupido, apiadado por su llanto, lo detiene (sólo en 1774, el trío Tendre Amour-"Tierno amor") y en recompensa por su amor constante, resucita a Eurídice. Finalmente ambos enamorados regresan a su patria donde son recibidos entre el alborozo general. Después de un ballet de cuatro movimientos, todos cantan en alabanza de Amore (Trionfi Amore). En la versión de 1774, el coro (L’Amour triomphe) precede al ballet, al que Gluck había añadido tres movimientos extra.

Programa y reparto

Èric Varas, director musical
Jaume Villanueva, puesta en escena
Josep Miquel Mindàn, dirección musical 
Miquel Villalba, director del coro
Orquestra de Cambra Terrassa 48
Quim Térmens, concertino
Ópera Popular de Barcelona, compañía estable:
Caitlin Redding, Orfeo
Laura Gibert, Eurídice
Aseel Massoud, Amor
Coro y ballet de la Òpera Popular de Barcelona 

El Palau de la Música Catalana

El Palau de la Música Catalana es uno de los monumentos más representativos de la arquitectura Art Nouveau.



Un edificio emblemático del modernismo catalán, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.



Construido entre 1905 y 1908 por el gran arquitecto Lluis Domènech i Montaner, el Palau de la Música Catalana es una joya arquitectónica de Barcelona y parte esencial de cualquier visita a la ciudad, como cualquiera de los más fascinantes edificios de Gaudí.



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