Univers Mahler IV

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Ciclo Sinfónico de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu

“La Sexta es su obra más personal y es, además, profética"

Alma Mahler

 

“La Sexta es su obra más personal y es, además, profética”. Con estas palabras, Alma, la esposa de Gustav Mahler, definía el lenguaje sonoro apocalíptico de esta sinfonía. 

Un mundo en sí mismo que prefigura y anticipa las catástrofes personales del propio compositor: el diagnóstico de una enfermedad cardíaca incurable, la muerte de su hija Maria a la edad de cuatro años, la muerte de su suegra en el funeral de la propia hija, fracasos profesionales como la dimisión forzada de la Ópera de Viena... 

 

Denominada como Sinfonía “Trágica”, introduce al público en el mundo interior del compositor, mostrando los picos y valles emocionales más pronunciados que recorren toda la partitura.

La percusión enmarca de muchas formas los extremos emocionales que Mahler pretendía captar: primero, con cencerros de los animales de montaña, que evocan una imagen nostálgica de la vida en el campo, y después, con los famosos golpes de martillo. Cada uno de los tres estremecedores golpes del fatal martillo representan una fatalidad que ahoga los recuerdos felices.

 

El Gran Teatre del Liceu, inmerso en el ciclo Universo Mahler, un fascinante itinerario para disfrutar de la integral de sinfonías de Gustav Mahler a cargo de Josep Pons, director titular de las formaciones estables de la institución, presenta este nuevo episodio de una fuerte belleza y autorreferencial, con esta representación pesimista de la lucha desesperada del hombre contra su propio destino, quizás incluso contra la muerte.

Escrita entre los años 1903 y 1904, la Sexta ocupa un lugar particular en su catálogo. Con una conclusión trágica e inesperada, contrasta mucho con la etapa feliz de su vida en la que se había casado con Alma en 1902 y había nacido su segunda hija, Anna, durante el transcurso de la composición.

 

Una increíble partitura que narra las desgracias de un hombre que empequeñece frente a una adversidad mayor que él y que, a pesar de las fatalidades, resulta un viaje tan emocionalmente humano que acaba por reafirmar la propia vida. 

Programa y reparto

Duración aproximada: 1h 20min

ORQUESTA SINFÓNICA DEL GRAN TEATRE DEL LICEU

DIRECTOR: Josep Pons

Programa

Gustav Mahler
Sinfonía núm. 6 en La menor

Gran Teatre del Liceu

El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.

Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.

Los orígenes. Del 1837 al 1847

El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
 

El edificio de la Rambla

El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
 

La creación del Consorcio

El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
 

El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual

El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas  (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.

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